Reparar para rodar: la segunda vida de mi KTM

Un día, mientras disfrutaba de una ruta, mi KTM Duke 125 del 2017 decidió detenerse sin previo aviso. Lo que en un principio parecía una simple avería de taller, terminó convirtiéndose en un reto mucho mayor: una reparación completa del motor.

Al ver que ningún taller quería hacerse cargo , o que los pocos que aceptaban pedían precios desorbitados, tomé una decisión que marcaría un antes y un después para mí: poner a prueba todo lo que sabía de mecánica y devolverle la vida a mi moto con mis propias manos.
Así, con tan sólo 18 años y en el porche de mi casa, comenzó lo que seguramente vaya a ser uno de los proyectos más importantes de mi vida: el renacer del motor de mi KTM Duke.

La primera fase del proyecto consistía en extraer el motor de la moto, y sin duda fue la parte más complicada. No contaba con un gato, caballete ni borriquetas para sujetar la moto o el motor, y además estaba completamente solo.

Tuve que improvisar con los recursos que tenía: apoyé el motor sobre dos palets y, con todo mi esfuerzo, levanté el chasis a pulso para evitar que el motor sufriera algún golpe. Fue un trabajo duro, pero también el primer paso real hacia la reparación completa.

Al retirar la tapa de balancines, lo primero que vi fue que la cadena de distribución había saltado. En la primera foto se puede ver claramente que las marcas de los árboles de levas no estaban completamente alineadas. Además, descubrí que la cadena estaba rota en dos puntos y que los patines tensores presentaban un desgaste muy irregular.

Al ver que la cadena de distribución no estaba en su lugar, me temía que las válvulas habían chocado contra el pistón, y así fue...

Las válvulas se habían doblado y el pistón se había dañado tanto en la cabeza como en el bulón, por suerte, la culata y el cilindro estaban en buen estado junto con la biela y el cigüeñal.

Al desmontar el pistón, los segmentos estaban atascados por lo que me tocó ir a pedir las piezas: un pistón nuevo, dos válvulas de admisión, cadena de distribución, junta de la culata, de cilindro, patines tensores, pastillas de reglaje y 500 euros menos en el bolsillo.

Cuando por fin llegaron las piezas, justo coincidió con la época de exámenes, así que tuve que dejar el proyecto aparcado un tiempo. Más tarde, cuando monté el motor, entre una cosa y otra estábamos de reformas en casa (de ahí los muebles por el patio, jaja).

A la hora de volver a colocar el motor en su sitio, esta vez no estaba solo: ya tenía un gato hidráulico, así que no tuve que levantar la moto a pulso otra vez.
Una vez montada, me guie por las fotos que había hecho de todos los conectores y sensores que desconecté (¡77 fotos en total!). Solo quedaba ponerle la batería y comprobar si todo funcionaba.

Una vez conectados todos los conectores (una tarea muy entretenida), coloqué el depósito sobre la moto y sólo quedaba pulsar el arranque.

Al principio no me lo creía… de ahí mi cara de satisfacción. que se puede ver en el video. Esa misma noche salí a probarla, y fue una sensación increíble, aunque un poco inquietante: saber que esa moto la has montado tú mismo y pensar (sólo por un momento), que igual explota… pero no, jaja.
La moto iba de lujo, ahora solo queda pasar la ITV el 17 de diciembre y empezar a darle gas!!!