Un sueño del pasado



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Desde que tenía 10 años me quedó grabada en la memoria la imagen de una Ford de los años 70 que vi en una película americana. Aquel diseño robusto y elegante me deslumbró de tal manera que me prometí a mí mismo que algún día tendría una igual. Hoy, con 32 años, ese sueño se ha hecho realidad: tengo entre mis manos una Ford F-250 de 1970, a la que he bautizado como Maddie, en honor a mi primera amiga americana.
La restauración ya ha comenzado, especialmente en la parte mecánica, aunque todavía queda mucho por hacer. He renovado detalles del interior, como el panel de mandos cromado, y poco a poco el proyecto va tomando forma. Cada paso supone un reto, porque la restauración de un vehículo tan especial implica tiempo, esfuerzo y recursos.
Mi visión es devolverle su brillo original y resaltar toda su esencia clásica. En la parte trasera quiero instalar madera con listones cromados, un detalle que marcará la diferencia y hará de Maddie un verdadero icono sobre ruedas.
Esta Ford es mucho más que un coche para mí: es un sueño de la infancia que hoy estoy cumpliendo, un pedazo de historia automovilística americana rodando por carreteras españolas y un proyecto con infinitas posibilidades creativas. Con un empujón económico, este sueño podrá avanzar más rápido y brillar como merece.