Vespa PK 125
Esta es mi moto, una Vespa Pk 125 XL, que al contrario de lo que pueda parecer, no significa que sea de tamaño grande, sino más bien todo lo contrario ya que, para quien no conozca el mundo vespa, esta es uno de los modelos “smallframe” o de chasis pequeño. La compré hace unos años, queriendo iniciarme en el mundo de la restauración, pero también para iniciarme en el mundo Vespa. La realidad es que en lo que me inicié fue en el mundo de las averías. La moto, que de apariencia estaba pasable aunque personalmente no me gustaba, escondía grandes problemas que no tardaron en dejarse ver. Este y otros temas, os los cuento a continuación en el paso a paso de la restauración.
Paso 1: Las primeras averías.
Si hay que ser honesto, siempre pensé en comprar una moto para restaurarla. Cuando compre esta vespa, de primeras quería probarla e inciarme en el mundo y tras un tiempo, empezar poco a poco a restaurar. Como la mayor parte de las veces, las cosas no son como esperas. Pronto empezó a fallar y empecé a ver las mil y una chapuzas que tenía. Poco a poco empecé a tocar carburador, cambiar bujía porque la mayor parte de las veces no arrancaba… hasta que un día de camino al trabajo la moto gripó y se llevó por delante medio motor. En las fotos podéis ver cómo quedó el pistón, que no sufrió un simple rayoncito. Las partes que faltan las podéis imaginar repartidas por el cilindro y demás sitios donde se colaron. Esto me obligó a abrir y restaurar el motor al completo, cambiando cilindro, pistón, carburador (no conseguí hacer que fuese redonda con el que tenía), rodamientos, juntas… Cuando compras una moto veterana estás expuesto a este tipo de cosas, pero en este caso había mucho parche mal resuelto.
Paso 2: Empieza la restauración
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Después de esto, la moto se montó y estuve rodando con ella, más que nada por probar el funcionamiento de los nuevos componentes del motor. Al llegar el verano y tener más tiempo, me decidí a empezar a desmontar para hacer una restauración a fondo. En este paso descubrí que la pintura, aunque en apariencia parecía medianamente sana, escondía muchos secretos. A destacar, aunque eso sí lo había visto, el estado de los bajos, suelo y guardabarros de la moto y algunas grietas que tenía el propio chasis que tuve que soldar. El trabajo de limpieza de óxido por el suelo fue duro, llegando a cada rincón y dejando en chapa viva para que no levantase la nueva capa de imprimación y pintura posterior.
Paso 3: El lijado
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La tarea del lijado, especialmente de las partes menos visibles de la moto, fue lo más tedioso de todo el proceso. Es cierto que son partes ocultas, que no tienen que quedar perfectas, pero también son las más castigadas y las que mejor hay que proteger para que tengan una mayor durabilidad. En este apartado, quería mencionar el trabajo que se realizó en el hueco del motor y rueda de repuesto de la moto. Este hueco, con muchos recovecos supuso un buen esfuerzo puesto que muchas partes requerían un decapado o lijado a mano. El resto se hizo con taladro y cepillo de alambre, lo que permitía avanzar mucho más rápido.
Paso 4: Averías que uno mismo no puede solucionar
Otra desagradable sorpresa encontré cuando, al desmontar completo el motor y rueda trasera, comprobé que uno de los espárragos que sujetan la llanta estaba taladrado y la llanta se sujetaba con un tornillo de cabeza hexagonal que casi rozaba con el cárter de la moto. Una chapuza que, quien la hizo desde luego pensaba poco en su seguridad. Este trabajo no pude hacerlo yo, por desconocimiento y falta de medios, por lo que se lo tuve que llevar a un tornero que me lo mecanizó y dejó perfecto, casi imperceptible.
Paso 5: Sustitución de algunas piezas
Algunas piezas eran de origen y, entre la edad y el estado de conservación de la moto, preferí sustituirlas por unas nuevas. Este es el caso de los amortiguadores, que en lugar de poner los de serie, decidí gastar un pelín más y montar una gama superior.
También aproveché para cambiar los silent-blocks del eje bastidor de la moto. Son unas piezas de goma que están situadas en donde el bloque del motor se une al chasis de la moto. Costó sacar los antiguos y los nuevos entraron con más facilidad. En este caso usamos una varilla roscada con una pletina, tuercas y una llave de vaso grande para forzar la goma y obligarla a salir.
Paso 6: Algunas piezas ya preparadas para limpiar
Por otro lado, las tapas laterales, cabezón del manillar, cofre… se lijaron con lijadora orbital y la última pasada a mano, antes de imprimar. Aquí fue donde descubrí que en algún momento la moto había sido rosa. Los intermitentes, tenían la pintura plateada original muy castigada, por lo que también se lijaron y pintaron con una pintura similar.
Paso 7: Las piezas más oxidadas, las más delicadas
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Algunas piezas no opusieron, por suerte, tanta resistencia. La tapa del plato magnético, aunque oxidada y un poco abollada, rápido quedó lijada y con buen resultado. El caballete y las piezas que lo sujetan por debajo del suelo, se metieron en un producto químico para que se desprendiese más fácilmente el óxido. Tras esto, limpieza profunda con cepillo de alambre y lijado antes de pintar. La horquilla, por tener más componentes, supuso algo más de trabajo. Algunos componentes de esta, como el soporte del amortiguador, tenían una buena capa de óxido que precisó de un buen trabajo de limpieza. Todas estas piezas, se pintaron con una pintura especial anticorrosiva de zinc, con un acabado que, a mi parecer, le da un toque en negro satinado.
Paso 8: Un toque más... vintage
Como habéis visto en las fotos iniciales, la moto de origen llevaba en el suelo unos plásticos protectores que cubrían toda la parte del suelo. Al quitar esos plásticos, noté como la humedad y suciedad acumuladas debajo habían dañado la pintura. Tampoco me convencía el aspecto que daban a la moto por lo que decidí eliminarlos y poner guías cromadas como montan otros modelos de vespa. Para esto, dar forma a las guías, hacer agujeros en la chapa y remachar para sujetar la guía.
Paso 9: El paso clave: la pintura
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Después de todos estos trabajos, llegó lo más importante del tema: la pintura. Siempre me había llamado la atención el azul intenso y me parecía que quedaba muy llamativo en una vespa, la moto más personalizada del mundo. Con ella ya lijada al completo, masilla puesta en aquellas imperfecciones que no se podían sacar, fue el momento de colocar la moto en la postura más cómoda para pintar: colgada de la parte delantera y apoyada de la parte trasera. Después de la imprimación y dos capas de pintura, el trabajo iba viendo la luz. Al día siguiente la moto se bajó a una superficie segura (podéis imaginar que la forma de colgarla y sujetarla no era la más profesional) y se dejó curar la pintura una semana completa.
Paso 10: El montaje
Tras esto, tocaba empezar a montar. Después de montar el amortiguador trasero y meter el motor en su sitio, pensando un poco, lo que más facilitaba toda la tarea era montar primero el caballete y toda su estructura, porque eso permitía levantar la moto y montar el resto de piezas con más facilidad. Las vespas, al llevar todo el peso en la parte trasera, si montaba la rueda trasera junto con el caballete, la moto ya se mantiene aunque sea sin montar toda la parte de la horquilla delantera y manillar.
Paso 11: El montaje, segunda parte
Con la horquilla delantera pintada, amortiguador y guardabarros montados, lo siguiente era colocarla en su sitio y ajustar la rosca superior sin que los rodamientos quedasen demasiado ajustados. Una vez hecho esto, colocar la tapa del cabezón del manillar, con el cuentakilómetros puesto, conectar las sirgas y demás cables y ajustar bien la dirección para que no quede torcida. El asiento es otra de las piezas que decidí cambiar, aunque el que tenía estaba casi perfecto, pero no me gustaba una moldura de plástico que llevaba y además, siempre me gustó más el color marrón para una moto azul que el negro.Tengo que decir que, aunque el resultado me gusta, la calidad del asiento de sustitución es mucho más baja que la del original. El resto del montaje, intermitentes, matrícula, alguna moldura que lleva… todo esto hubiera sido imposible sin un orden estricto a la hora de desmontar, etiquetando bolsas herméticas con los tornillos y demás piezas pequeñas que quitaba para luego saber qué tornillos utilizar al montar. Por supuesto, la mayor parte de los tornillos y tuercas, comprados nuevos de inoxidable para que la durabilidad sea mayor.
Paso 12: Y... el resultado final
El resultado final, que cada uno juzgue por sí mismo. Entiendo que habrá trabajos que se puedan hacer de otra manera mejor o más sencilla, de la misma forma que entiendo que una restauración amateur no es la misma que la que realiza un profesional, ni emplea a una persona el mismo tiempo. Personalmente, quedé satisfecho con el resultado y cumple con las expectativas que me generaba al principio. Espero que la pueda disfrutar por muchos años más y que siga generando alguna mirada y también alguna sonrisa a todo aquel que vivió alguna etapa de su vida a lomos de una vespa similar.